miércoles, 21 de febrero de 2018

ENTRE MUJERES Y HOMBRES... ¿ ES POSIBLE LA IGUALDAD, o la CONGRUENCIA, o la "EQUIPARIDAD" ?

Este es un tema que, impulsado por la política y el afán de poder correspondiente, cada día adquiere mayor relieve en las conciencias de todos los contextos sociales y obliga a cambiar modos de lenguaje, modos de vida individual, modos de integración familiar, modos de comportamiento social-colectivo, modos de valoración moral-legal y modos de vivencia ético-mística. 

Las expresiones, en cada uno de esas modalidades de cambios, adquiere nombres distintos: "leyes de la igualdad", "reivindicación de derechos paritarios inter-género", "leyes de igualdad salarial y de derechos sociales, "igualdad social de oportunidades para la mujer y el hombre" etc.
 
Pero en realidad estamos hablando de reparto de responsabilidades y de protagonismo, en el uso del poder en las relaciones políticas, sociales, económicas e interpersonales.

Puede ser que el título del presente post le resulte redundante e incluso diletante, a más de un-a dialogantes.  Lamento decir que la extensión, el contenido y el lenguaje que emplearé en este post van a ser pesados pero creo que no sobra nada (en el título) por dos motivos: - porque, para bien entendernos, hemos de comenzar por sincronizar el valor que demos a las palabras que usamos y así entendernos, y - porque las palabras tienen poder intelectivo-emocional sobre nuestra masa encefálica hasta el punto de modificar nuestro funcionamiento neuro-químico, a veces para bien y otras para mal. 
La complejidad gramatical del lenguaje, la amplitud de términos usados en la comunicación y el valor de "trans - cendencia"  que damos a algunas palabras (trans... ir más allá, al otro lado de)... son las cualidades sintagmáticas que nos hacen diferentes en la comunicación interindividual, y de la que carecen los leguajes del resto de las especies animales que conocemos.
Por esto es preciso comenzar utilizando adecuadamente los términos de nuestro lenguaje si queremos iniciar la provocación de cambios eficientes y honestos (que por igual, y/o proporcional, y/o equitativamente, beneficien a todos) en las relaciones interpersonales entre mujeres y hombres.
 
El término IGUALDAD (derivado del latín AEQUALITAS o AEQUITAS tiene tres componentes: 1- "aequus" traducible en español por: igual, justo, equitativo o equilibrado; 2- "alis" traducible en español por: el otro, de otra manera; 3- "tat" traducible en español por: cualidad) aplicada a los seres humanos la igualdad  sería "la cualidad que nos equilibraría con los demás, haciendo-nos justicia. 
Ahora bien ese equilibrio justo cómo se ha de realizar ¿a la baja o al alza? porque, es claro, que en la naturaleza, a la luz de la ley de la entropía todo tiende a equilibrarse porque nada es igual ni inmóvil.
 
La igualdad no existe  (porque no puede existir) ni en la naturaleza física, ni en la biológica, ni en la humano-personal y como bien asegura la ley de la entropía; el equilibrio sólo se consigue con la cesión-alternativa de energía calórica de un elemento calórico-superior a favor de otro elemento calórico-inferior, pero en este proceso equilibrador-térmico-alternativo (para lograr la igualdad calórica), existe un costo inevitable de pérdida de alguna cantidad calórica lo que condena a ambos elementos-calóricos, a largo plazo, a la muerte térmica (la muerte se produce cuando cesa el movimiento térmico en cualquier forma de materia y cuando eso suceda, plenamente EN EL COSMOS, el colapso de la existencia será total y lo existente hasta entonces se aniquilará para llegar a... LA NADA, al vacío energético-material)
 
Aplicado el "equilibrio justo" (llamado igualdad) de la naturaleza,  a las personas humanas... ¿es justo para el elemento calórico-superior ser obligado a asumir su muerte como consecuencia del equilibrio inestable inherente al existir? Dicho de otra manera... ¿es justo que los sujetos "más altamente calóricos" "SEAN OBLIGADOS A CEDER " (en el reparto de responsabilidades y de protagonismo) a favor de los menos calóricos para ser iguales?  Porque una cosa es que "voluntariamente cedan calor" a otros menos favorecidos, y otra muy distinta que sean obligados a hacerlo sin recibir reciprocidad, en alternancia, porque lo que realmente nos debe interesar es la consecución eficiente de los objetivos que se persiguen y no quien los protagoniza.
 
El término CONGRUENCIA (concepto matemático que denota la existencia del mismo número de elementos y de la misma medida... pero distintos) ¿es posible de ser aplicado a la relación entre mujeres y hombres? Es evidente que no, en su totalidad, porque estamos dotados de factores orgánicos complementarios, de factores neuro-anímicos (eutímicos) y neuro-endocrinos distintos y de expresiones axiológico-místicas diferentes.

Hablar de que en las listas electorales o entre los miembros de una empresa o de una sociedad (civil lo mismo que religiosa) debe haber el mismo número de hombres que de mujeres, es hablar de congruencia matemática de aplicación imposible y cuanto más se fuerce menos posibilidades tendremos de alcanzar objetivos que satisfagan el "equilibrio en las relaciones inter-género".  O dicho de otra manera... la congruencia o igualdad numérica, será posible cuando en las familias se pueda establecer "por decreto-ley" que debe haber el mismos número de hombres que de mujeres con idénticas funciones y que esa ley se pueda cumplir.

En la relación entre mujeres y hombres no es correcto hablar de igualdad ni de congruencia (en la connotación matemática) pero sí podemos hablar de experiencias u operaciones intersecantes; esto es, de un conjunto de factores somáticos, anímicos y espirituales comunes a ambos géneros, y de otros, diferentes, específicamente femeninos o específicamente masculinos.  A esto se ha de añadir la evidencia de que la "absolutización" de las operaciones de la terminología matemática sólo es válida, por convenio colectivo, para los conceptos numéricos pero, para referirnos a las personas humanas, estas mismas operaciones intersecantes deben ser "absolutivadas" ( = a... llevadas al grado de perfección, relativa) a causa de las variaciones impuestas genéticamente a los seres humanos en el proceso evolutivo y en razón de las cuales, son frecuentes las intersecciones entre los factores atribuibles mayoritariamente  a los individuos masculinos y otras veces, atribuibles a los individuos femeninos.

Si no es correcto hablar ni de igualdad ni de congruencia en la relación entre mujeres y hombres permítanme acuñar un neologismo: "equiparidad"

El término EQUIPARIDAD que tendría en el latín su significado etimológico en: AEQUALITAS INTER PARES o "equilibrio con dinámica interna, entre pares" (desde lo ya anotado en los términos AEQUALITAS Y AEQUITAS).

El término "equiparable" sí existe en nuestro léxico y su acepción sinonímica es la de "homologable" que, a su vez, hunde sus raíces en el griego: "homo-igual y logable-relativo a la comunicación, por la palabra"

Equiparidad significa, por lo mismo, el equilibrio (y no la igualdad ni la congruencia numérica) que  entre  mujeres y  hombres deberemos lograr -mediante el diálogo- para alcanzar a ser personas entre personas y para las personas en todos los objetivos que nos propongamos lograr. 

Para que haya diálogo honesto (esto es, eficiente, que beneficie a hombres y mujeres proporcionalmente) es "conditio sine qua non" el uso inequívoco, equilibrado y justo de la palabra porque de cualquier otro modo (método de la igualdad o método de la congruencia) no podrá darse, y la desproporción en el reparto de responsabilidades y uso del poder... seguirá existiendo, en el mejor de los casos, de forma alternativa con las consiguientes batallas esterilizantes entre hombres y mujeres.

Desde la equiparidad, las responsabilidades y protagonismos en el uso del poder en todas las relaciones sociales, se cambiarán por honestidad y servicio, y si es una mujer o un hombre quien las ejecuta desde las diferencias inevitables (porque la igualdad no existe en las naturalezas) será irrelevante.

El cambio de la igualdad y de la congruencia... por la equiparidad... es una labor de muy largo aliento que ha de comenzar desde la familia (no desde las instituciones jurídicas ni sociales como en la actualidad se pretende) y se habrá de  reforzar en la escuela; si en la familia y en la escuela no se cambia -responsabilidad por honestidad- y -protagonismo por servicio- seguirán siendo inevitables las confrontaciones y los aprendizajes de roles de género, que las distintas expresiones de igualdad quieren hacer desaparecer a ritmo de leyes.
Con las leyes sólo se alcanzará a lograr la congruencia inter-género, en el mejor de los casos que, sin estar mal y hasta cierto punto ser necesarias... no es lo que teóricamente se persigue. 

En cambio con la equiparidad TRANS-CENDERÍAMOS los conceptos de igualdad y de congruencia al ir MÁS ALLÁ de la igualdad y MÁS ALLÁ de la congruencia. Esta tarea nos exige a todos imbuirnos de la  mística de la renuncia a nuestro YO para alcanzar a desarrollar el NOSOTROS DEL YO lo que, a su vez, exige honestidad y servicio como ejes cartesianos de nuestro comportamiento y conductas.

A esta tarea llamo... VIVENCIA DE LA MÍSTICA DE GÉNERO.


Sé, que los cambios que se persiguen no se van a lograr con sólo los usos de los lenguajes, pero sé también (en razón de los efectos neuroquímicos que la palabra produce) que sin los lenguajes adecuados, los cambios en el uso del poder, sólo serán alternancia de protagonismos (y de las luchas consiguientes).


REFERENCIAS:  el presente post guarda estrecha relación  con anteriores, relativos a : LA VIOLENCIA DE GÉNERO ; LA EDUCACIÓN DE NUESTROS HIJOS PARA SER LIBRES ;  IDEOLOGÍA DE GÉNERO, VISION CRITICA PARA LA EDUCACIÓN DE NUESTRA SEXUALIDAD.


 
 


 

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