viernes, 13 de octubre de 2017

¿ POR QUÉ CUESTA y CUESTA TÁNTO... OBRAR CON BONDAD SIEMPRE; SER HONESTOS SIEMPRE; SER FIELES SIEMPRE; SER CONSTANTES SIEMPRE ?

Qué obviedad... ¿verdad?  Pienso que no es tan claro porque si así lo fuera no hablaríamos, hoy, y cada vez más, del síndrome del BURN-OUT es decir, de los "quemados por la depresión del vivir-laboral cotidiano... y de los fatigados por la vida".
Las estadística de la OMS señalan a la depresión (en sus distintas formas de manifestación) como la enfermedad más extendida del siglo XX y nada hace suponer que vaya a bajar su ranking en el siglo XXI.
La depresión es la pandemia de nuestros siglos, para enriquecimiento de la industria psico-farmacológica, y del incremento de los suicidios y de los homicidios celetípicos y de los tiroteos homicidas sin aparente sentido reivindicador de ningún género, que luego acaban con el suicidio de los macabros protagonistas

OBRAR CON BONDAD SIEMPRE... resulta paradógico que podamos hablar de bondad,  cansancio y depresión al mismo tiempo, cuando sabido es que el obrar con bondad genera en nuestra médula gran cantidad de endorfinas que son las equilibradoras neuro-químicas de la serotonina,  y ésta la responsable de nuestro equilibrio en nuestro estado de ánimo (expresión de nuestra inteligencia emocional).

Esto es cierto, sin duda, como también lo es que el "obrador bondadoso", inconscientemente, espera algún tipo de correspondencia y/o reconocimiento o cambio positivo en el receptor de su actuar bondadoso, que no siempre recibe o quizás, peor aún, su actuar se transforma en experiencias de abuso y de maltrato por parte de quienes reciben su forma de bondad.

Un ejemplo claro de lo antedicho es el comportamiento de los "maltratadores de género" o de los "hijos maltratadores" o de los "alumnos o pacientes maltratadores"... que producen paulatinamente en sus víctimas el síndrome de la depresión a la par que formas distintas de "adicción al maltratador"... Todo ello es auténtico síndrome de Estocolmo como se llamaba anteriormente o, en nuestros días, el síndrome depresivo de  burn-out.

Toda persona que rige su actuar por la bondad está expuesta a sufrir, tarde o temprano, de este mal porque la mayor parte de las personas confundimos "bondad con debilidad", frente a lo cual es necesario pre-munirse y hay formas para hacerlo:  
- "Individualmente exigiendo" al receptor de la bondad algo positivo,  a cambio, en su actuar que genere comportamientos positivos-productivos-retributivos porque, de lo contrario, la teórica solidaridad o caridad llevará a "ambos" al engaño del que sólo se puede esperar abuso y, en grado superior, escarnecimiento.  Los ejemplos son palmarios y no es necesario abundar en ellos porque los vemos y experimentamos todos los días.
Es necesario que reflexionemos en el porqué de esta aparente incoherencia:  la razón está en la "ausencia de igualdad", entre el que da (superior) y quien recibe (inferior) que generará, casi irremediablemente, conflictos que el "inferior" (pareja, hijos, educandos, pacientes, acogidos, tutelados, etc.) tratará de equilibrar y, al no conseguirlo, lo intentará de alguna forma agresiva, a su alcance.
- "Colectivamente" (parejas, asociaciones, colectivos etc) unificando esfuerzos para organizar metodologías de "donación" y medir el resultado positivo, traducido en cambios retributivos (en los "receptores de la bondad") para con la sociedad que invierte bondad a cambio de algún tipo de reciprocidad. 

Todo acto de bondad que no conduzca a la "igualdad" es en sí mismo un modo de injusticia intrínseca para con la persona y generará, espontáneamente, algún modo de agresividad. Un ejemplo, aparentemente benigno pero profundamente sádico, es la agresividad expresada por los alumnos hacia sus profesores con los apodos con los que son calificados, a cambio de lo que reciben de bondad cultural y educacional, de los mismos.


SER HONESTOS SIEMPRE... La honestidad sabido es que no se reduce a la veracidad ni se ha de confundir con la buena voluntad aunque las asume y presume a ambas categorías de pensamiento. Somos honestos cuando alcanzamos objetivos que por igual nos benefician a nosotros que a quienes nos rodean.


Hago hincapié, nuevamente, en la igualdad que si cuantitativamente hablando no se da en la naturaleza, cualitativamente es intrínseca a la persona humana y hacia ella habremos de dirigir todas nuestras acciones; es decir, si de una acción sacamos un beneficio, quienes nos rodean habrán de beneficiarse también, en alguna medida.  De cualquier otro modo seremos injustos para con ellos y, tarde o temprano, se generará agresividad entre nosotros. 
En el orden social este es el sentido de la ética contributiva al fondo común, a la hacienda común, al erario nacional e internacional.

Cuanto mayor es el grupo o la institución u organismo del que formamos parte, mayor es la dificultad para obrar honestamente porque pronto nos percataremos de la deshonestidad de quienes, como nosotros, forman parte del sistema contributivo y, entonces, cuestionamos nuestro proceder honesto porque nos sentimos engañados y humillados por los que, en apariencia, son deshonestos exitosos y porque... la justicia no es igual para todos.
En las asociaciones menores (vecinales, familias, parejas) es más fácil, pero pronto observamos las desigualdades impuestas por nuestros caracteres y las discrepancias educacionales que soportamos y nuevamente asoma la tentación del... "si él o ella se beneficia deshonestamente, ¿por qué yo no? Nos rebelamos ante la realidad de no ser tratados igualitariamente y, en estos casos, no apelamos a la igualdad cuantitativa sino a la cualitativa... erróneamente. 

Premunirnos en ambos casos contra el sentimiento de injusticia, de discriminación y desigualdad que nos conducirá a la experiencia depresógena tarde o temprano, para perseverar en el actuar honesto, tiene sólo un procedimiento: desarrollar (colectivamente en la medida de lo posible, para ahorrar energía) la denuncia fundamentada y perseverante como extensión del actuar honesto y, en este caso, en favor profiláctico-preventivo hacia nosotros igual que hacia los demás.


SER FIELES SIEMPRE... a la ideología y valores que decimos perseguir en nuestra vida y con los que deseamos nos identifiquen, ha sido la promesa que implícita o explícitamente hemos hecho en nuestros centros de trabajo, en las asociaciones de que formamos parte (patria, colegios profesionales, clubes, asociaciones vecinales etc), con nuestras parejas, con nuestras familias o con la fe religiosa que profesamos.


Esta fidelidad anhelada tiene como primer "enemigo" nuestro carácter que, si es energético y tenaz, nos impulsa a querer que "todos por igual"se comprometan y actúen como nuestro carácter nos impulsa a hacer; y, si carece de energía y de consistencia, nos invadirá la fatiga y la pereza que mutuamente se darán la mano para convencernos de que la fidelidad es, más, un buen deseo o una quimera emocional que una posibilidad concreta de alcanzar y sostener.

Nuevamente aparece el tema de la "igualdad y desigualdad" y nos convencemos de que la fidelidad en la vida de pareja, o en la vida grupal o en cualquier forma de la vida social dura poco porque "en la vida humana nada es para siempre". 
Es cierto lo antedicho y, no obstante, todos aplaudimos las declaraciones de fidelidad y admiramos a quienes sí dan muestras de honorabilidad en la fidelidad; ¿cómo se conjuga esta contraposición de actitudes y comportamientos? y, sobre todo, ¿cómo es que sí hay personas fieles a sus promesas y a sus valores?, ¿cómo lo logran?... De 2 maneras

- Rompiendo el "valor absoluto de la igualdad y de la libertad" del YO INDIVIDUAL (que la mayoría de los individuos idolatra) a favor de la vivencia del NOSOTROS DEL YO-PERSONAL que guía su actuar por el adagio del "tu eres antes que yo, más que yo y superior a mi, pero no sin mi" Este proceder de fidelidad solemos verlo en los padres hacia los hijos y con cada vez menor frecuencia de los hijos hacia los padres porque, estos, olvidaron premunirse de los riesgos inherentes al obrar honesto y bondadoso
- Rompiendo con la "manía de dudar" del valor de nuestro compromiso de fidelidad y de identidad
La duda es una tentación de ruptura justificatoria y cuando nos justificamos mentimos porque damos prioridad, sobre la fidelidad, a los deseos de: de poder, de placer, de dinero y de libertad del YO individual. Debemos mejorar nuestras fidelidades, superando sus objetivos críticamente... pero no dudar de la bondad de las mismas porque, si lo hacemos, negamos nuestro propio valor y honor.

SER CONSTANTES SIEMPRE... no es lo mismo que ser fieles aunque la fidelidad exige constancia.

La constancia es una variable de nuestro carácter (que heredamos psico-genéticamente) y consiguientemente hay personas con mejor predisposición que otras para ser constantes , en todo lo que emprenden pero, en todos los casos, para que la constancia se rija por el "nosotros del yo.personal" y no por el yo individual, requiere de educación... del carácter, cuya primera premisa y variable independiente es el "aprendizaje de la valoración de los límites".  
Quien no haya aprendido que la aceptación de los límites enriquece a todos (al nosotros del yo), no podrá ser constante en ninguna de las empresas que acometa y ahondara, cada vez más, en expresiones de solipsismo. (autoestima, autoafirmación, yo, mi, me, conmigo, para mi)

En el orden social desarrollará una gama casi ilimitada de conductas psicopáticas, con mayor o menor gravedad  y en el orden individual será víctima de su psicoticidad, de la fatiga, de la pereza y de la depresión.

La educación del carácter debe iniciarse, por parte de los padres, desde el nacimiento condicionando el organismo de sus hijos a disciplinas horarias y motrices; por los padres y los maestros en toda la etapa de escolaridad por la enseñanza-aprendizaje del valor del silencio interior y comunicativo, de la soledad creativa, del trabajo mancomunado adaptado a la mayor productividad del carácter, de la participación política y por el compromiso con algún tipo de valor-trascendente (religioso, estético, cultural, social etc.) y... en la vida adulta el reforzamiento del carácter para el desarrollo del nosotros del yo, es condición para las personas "sine qua non" si queremos lograr la constancia fiel, honesta y bondadosa.    


¿ POR QUÉ CUESTA y CUESTA TÁNTO... OBRAR CON BONDAD SIEMPRE; SER HONESTOS SIEMPRE; SER FIELES SIEMPRE; SER CONSTANTES SIEMPRE ?   porque lo valioso cuesta... no se nos da gratis.  



La vida se nos da gratis pero LA VIDA VALIOSA CUESTA y hay que renovar... cada día... el "seguro y la prima de riesgo" que tiene:  

"Quien quiera ganar su vida, la perderá... y quien pierda su vida para conquistar el reino (objetivo de vida) la ganará" (sentencia evangélica)















   

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