jueves, 27 de junio de 2013

¿ EDUCAR HIJOS PARA SER LIBRES ?... sí y sólo sí... ¡ TRES CONDICIONES ! ( 2 )

1- CONDICIONAMIENTO GENÉTICO PARA PODER LLEGAR A SER LIBRES

Necesitamos comenzar por ubicar el concepto de "seres libres y de libertad" porque ambos términos están manidos y es difícil evitar la confusión siendo, en realidad, dimensiones diferentes.

Seres libres son quienes tienen posibilidad temporal, histórica, local, física y psíquica de hacer elección entre varias alternativas sin riesgo grave para su integridad.  A modo de ejemplo, pensemos en cuán seres libres pueden ser, o no ser: los infantes, los seniles, los enfermos psíquicos o mentales y, en contraposición, los niños y los psicológica o los mentalmente sanos.

La libertad, es la potencialidad de, en la elección de alternativas posibles de los seres libres, hacer opción guiados por los criterios de verdad, bondad y belleza para, a través de estos criterios, expresarse creativamente y así generar cultura. 
La libertad está en contraposición con la mentira, la perversión y la fealdad porque las tres maneras de obrar aniquilan a la persona y esclavizan al ser humano, que es su base, para hacerlo involucionar hacia la condición de animal de "una especie" con más o menos destrezas.

La mentira, la perversión y la fealdad atrofian la dimensión espiritual que es lo que nos constituye en personas y, por eso es fácil constatar cuán pocas personas conocemos y si las encontramos cuántas veces, refiriéndonos a ellas, escuchamos expresiones como estas: "es que es un santo",  "yo no quiero ser santo", "¿acaso yo soy un santo?" porque cuesta ser personas, cuesta ser libres. 
 
En este trabajo el primer atavismo a superar para ser, expresarnos, sentirnos y pensar como seres en libertad es el condicionamiento evolutivo que en los seres humanos se expresa en el CARÁCTER.
Lo heredamos psicogenéticamente (en griego, carácter = sello) como cimiento para que construyamos (trabajo) la personalidad y su estructura es neuro-endocrina y, por lo mismo, irrepetible (incluso en los gemelos univitelinos).
 
Nuestra personalidad cambiará a lo largo cada etapa de  la vida con el aporte de muchos aprendizajes pero todos tendrán el sello "característico, el caracterológico" que de distintos modos nos inducirá a obrar guiados por la "ley del menor esfuerzo" por la pereza que anula la creatividad y la cultura.  Dicho de otro modo, nos inducirá a comportarnos, pensar y sentir como humanos-como animales humanos-como animales.
Esto lo hemos constatado cada vez que hemos oído o dicho: yo soy así; no puedo o no quiero cambiar; me tienen que querer así; la gente no cambia; defiendo mi autoestima. Todas son expresiones de la mentira a que nos induce el carácter para asegurarse hacer el menor esfuerzo posible, para vivir en paz con la pereza.

La ley del menor esfuerzo, la pereza caracterológica (en cada individuo tiene expresiones distintas) es el primer obstáculo para poder ser libres, para expresarnos libremente y para pensar con libertad y nos induce a la mentira como forma de vida.
La mentira se engendra en nosotros por el temor; es la forma por la que intentamos evadir todo lo que nos causa miedo y recurrimos a lo que nuestra inteligencia caracterial (intuición) nos hace ver que tiene menor costo: ley del menor esfuerzo y así mentimos y nos mentimos.

La pereza caracterológica lleva incrustada la soberbia (orgullo o vanidad, según se quiera decir) de la autoafirmación, que es la manera de convencernos y autoengañarnos de que, en la medida en que obliguemos a los que nos rodean a pensar, expresarse y obrar como nosotros queremos, en esa misma proporción estaremos seguros.
Nada más perversamente engañoso porque la verdad está fuera de nosotros, en la suma de los otros... hasta el Absoluto.

Guiar la vida por la "verdad" nos exige superar nuestro carácter, dominar nuestro carácter por lo que psicoanalíticamente se conoce como el "Nosotros del Yo".  Dicho de otro modo, dominar nuestro carácter guiados por dos  fuerzas: la aceptación y servicio "del otro" y la actitud intelectual crítica que se resume en "denunciar, anunciar y comprometerse" en el cambio.

Para dominar la espontaneidad del carácter se necesita mucha fortaleza de ánimo y perseverancia en silenciar el deseo de dominar, de vencer, "de salirse con la suya": hay que ser muy fuerte. En cambio para dejarse llevar por la espontaneidad del carácter, basta tolerar la propia debilidad.

La autoafirmación en el carácter que hemos recibido psicogenéticamente sin el filtro del autocontrol, es un error del que sólo se puede esperar "falsedad y soberbia" = "violencias y muertes" de las más diversas formas y colores.

Estos factores caracteriales  condicionan la doble actitud de que nos hablan Mari y Merce: miedo y autoengaño a tener que ser diferente con cada hijo porque cada hijo es único caracterológicamente y miedo y engaño a dejar que cada hijo se exprese libre y creativamente en el contexto social que elija, porque puede poner en riesgo nuestra imagen social de buenos educadores.

Para encubrir estos temores los padres proyectamos lo que llamamos "valores trascendentes" cuando, en realidad y en el mejor de los casos, son los valores sociales a los que hemos dado categoría de guía para buscar la verdad pero que casi siempre han sido las formas cómodas de vivir sin asumir el riesgo del error, de la equivocación, del cambio, por no mirar a "los diferentes".

Pero cuando los padres educamos hacia la libertad y verdad encontramos, frecuentemente, con que los hijos nos echan en cara no haber recibido toda la ayuda que hubieran querido y que, como consecuencia, tendrán que afrontar limitaciones que habrán de cubrir, por su cuenta, recurriendo a otras fuentes de educación complementarias.

Igual los padres que los hijos hemos de asumir que la educación en la libertad nos confrontará con limitaciones que constantemente deberemos superar desde el control de la espontaneidad caracterial y desde la humildad; sólo así seremos veraces.




 

martes, 25 de junio de 2013

¿ EDUCAR HIJOS PARA SER LIBRES ?... sí y sólo sí... ¡ TRES CONDICIONES !

Este post pretende ser la respuesta prometida a los comentarios hechos por Mari, sobre cómo eliminar el complejo de culpabilidad paterno-filial sobre el trato igualitario hacia los hijos y de estos hacia los padres y el hecho por Merce sobre la independencia de los hijos respecto de los padres para eliminar el "deber de deuda filial". Ambos aportes tienen por común denominador la VIDA EN LIBERTAD de los padres en un caso y de los hijos en el otro. 
 
Estoy de acuerdo con ambas dialogantes, porque el "trabajo" de ser persona es tarea continua que culmina con éxito cuando obramos libremente.
Pero como quiera que el ser libres se nos otorga con el nacimiento, sólo en potencia, en dependencia de otros y nunca gratuitamente, por eso hemos de hablar claramente del "trabajo de ser libres".  Hablar de libertad eliminando la realidad del trabajo de ser libres, sólo es posible desde la lírica, desde la actividad poética y estética en general que podemos definir como  la "expresión bella de lo superfluo"    
 
Acabo de resaltar tres variables que condicionan nuestra libertad: 1- El condicionante genético de poder llegar a ser libres.  2- La dependencia ineludible de otros para expresarnos, sentirnos y llegar a ser libes.  3- El costo que hemos de asumir para poder ser libres.
Desarrollar estos tópicos en un sólo post resultaría muy extenso; lo haré en tres alcances consecutivos, para motivar el diálogo escrito entre quienes tengan interés en el tema y para no cansar a quienes solamente deseen leer y hacer tertulia dialogante con amigos.
 
Antes de comenzar a desarrollar el primer condicionante quiero expresar, explícitamente, lo que es obvio: si la libertad se nos da como posibilidad y sometida a tres eventualidades, entonces, la libertad absoluta no existe. Esto confirma, de otra manera, la visión de la libertad como un trabajo a ejecutar porque, también es cierto que, sin ejercicio de libertar no se puede ser persona.  Luego, la libertad hay que "conquistarla e incrementarla" aunque sea siempre parcial.


Ahora bien, la libertad se contrapone solamente con la esclavitud porque la libertad real se nos da, siempre, condicionada y en dependencia del entorno, luego cabe preguntarse... para vivir en libertad ¿de qué esclavitud será preciso sacudirse?, porque la esclavitud socio-política ha desaparecido.

Sin duda, de la esclavitud de las emociones humanas, que parafraseando a Nietzsche hay que repetir que son "humanas, demasiado humanas".

Veré en el siguiente post de expresar lo que pienso pero, mientras tanto, podemos dialogar desde el saber y experiencias de todos Uds. si les parece.    
 
 

 
 
 

jueves, 20 de junio de 2013

¿ EL EQUILIBRIO PSÍQUICO, ES POSIBLE ?

Mary escribió este comentario en el blog, al que contesté y por su contenido me parece oportuno ampliar ligeramente para todos:

 "Muy interesante sus artículos. Sobre todo este me deja pensando mucho, el círculo vicioso en el que se puede entrar buscando explicaciones y justificaciones ante el sentimiento de culpabilidad que podamos sentir por el dolor ajeno. De su explicación, entiendo que la educación en la soledad y el silencio es el medio por el cual la aceptación de la situación nos lleva a una estabilidad emocional.
Mi consulta es, si no se logra este equilibrio, ¿cuál sería la situación extrema a la que llegaría una persona en esta situación?, y de qué manera se puede evitar involucrar a su entorno familiar, es decir, que esta situación no afecte ni lleve al desequilibrio a quienes la rodean?"
  1. Sí,  la educación en el silencio y en la soledad creativos son la clave para lograr estabilidad emocional y para recuperarla cuando las circunstancias la hacen tambalear. 
  2. Señalo los aspectos "lograr y recuperar" la estabilidad emocional porque la vida es dinámica, nada se logra para siempre y, por lo mismo, todo tiene que renovarse o morir y esto sin distinción de edad, género, condición social, económica o cultural etc.  Hay circunstancias que ayudan y otras que dificultan pero a lo largo de la historia todas las dificultades han sido vencidas, de manera tal que no existen excusas válidas. Hay que aprender a vivir en silencio y en soledad.
  3. Además subrayo que las dos dimensiones han de ser creativas en contraposición a pasivas porque, de otro modo, nuestro cerebro buscará formas destructivas o auto-destructivas para expresarse. Nuestro cerebro no soporta la mortificación = la muerte, que se da, en tanto dejamos de ser creativos.
  4.  
  5. Todo esto tiene que ser objeto de aprendizaje y educación. Sin este condicionamiento positivo los riesgos graves de carácter psicopatológicos son dos (como principales): 1- las depresiones en todas sus formas y 2- las dependencias adictivas.
  6.  
    En el primer caso la persona busca, condicionada por su carácter y por los aprendizaje de los modelos que la  hayan rodeado, desarrollar conductas casi siempre histéricas con las que intentará poder ser sustituida, en el esfuerzo que tiene que hacer ante las dificultades. "Se echa a muerta o se mata" y, a veces lo logra literalmente.

    Son especialmente significativos para alcanzar salud o enfermedad, más que  la infancia en la que se suele insistir, el inicio de la pubertad y el inicio vida adulta.  En estos dos tiempos tiene primordial significación que la persona logre éxito, de algún modo y de manera saludable en lo que se propone alcanzar, por sí misma y en beneficio tanto propio como de los que la rodean, pero sin depender de otros.  No depender de otros y alcanzar éxito exige silencio y soledad gozosos.
  7. En el segundo caso, con las adicciones, la persona busca huir de la realidad del esfuerzo que la vida le demanda para dejar de ser animal-humano y se refugia en las adicciones (de las drogas, del alcohol, del sexo, de otras personas, del trabajo, de las ideologías, de la pereza, de los actos religiosos, de la política etc.) De este modo se animaliza cada vez más y entra en un estado de involución creciente.

    Las adicciones en todas sus formas, son modos de buscar satisfacer las propias apetencias y fantasías con las prisas de la ansiedad y del apremio; esto es, a través de "ruidos" que nos permiten huir de la soledad y del silencio interior; es la consecuencia de no haber aprendido a esperar y aceptar con gozo y creativamente "ser segundos" sin conflictos.
  8.  
    La otra parte de su pregunta... "cómo no involucrar al entorno familiar en estos estadios patológicos..." No es posible dejar de contaminarlos ( la contaminación mutua -positiva y negativa- es costo necesario que hemos de asumir por vivir familiar o comunitariamente). Sí se puede y se debe aliviar este sufrimiento proyectado sobre los demás mediante dos acciones: 1- Búsqueda eficiente de apoyo psicoterapéutico y 2- Reeducación en el silencio y en la soledad.

    La psicoterapia será eficiente cuando aprendamos cómo manejar nuestros estadíos depresivos siendo creativos; no podemos pretender dejar de experimentar depresión en el futuro pues, la experiencia depresiva, al igual que el resto de nuestras vivencias, generan en nuestros tejido mitocondrial, esquemas de aprendizaje que, sí o sí, se repetirán.  Sólo los aprendizajes de control creativo y productivo gozosos, de la sintomatología depresiva, es signo inequívoco de psicoterapia eficiente, que se reflejará en que los episodios depresivos serán menos frecuentes y menos fuertes.

    Y los psicofármacos en el proceso psicoterapéutico ¿son convenientes, necesarios, nocivos, placebos... qué son? La medicación es "ayuda para todo, pero solución de nada". Deberá formar parte del proceso, en la mayoría de los casos, pero no logrará por sí sola resolver el problema y, con toda seguridad, no podrá dar equilibrio psíquico, por sí sola.
    Todo lo dicho exige, sí o sí, (reitero nuevamente) aprender a vivir en silencio y soledad productivos y gozosos.

  9. ¿Qué fácil, verdad? NO, no es fácil pero como se suele decir, lo que no aprendió "Juanito, lo tendrá que aprender Juanote" (con perdón de los que se llaman Juan)



jueves, 13 de junio de 2013

CUANTO CUESTA SER PADRE....Y EDUCADOR.


Este post es continuación del anterior, que dividí para que no fuera demasiado extenso y así facilitar el diálogo sobre el tema que nos ocupa, "los hijos nos enseñan a ser padres..."

Luego de las consideraciones hechas hasta el momento es preciso preguntarnos, sobre los costos personales-reales, de la paternidad educadora que los padres tienen que estar dispuestos a asumir porque, claro está, la paternidad biológica suele costar poco. 

Hay cuatro componentes de costo: 

1- Diálogo vs. imposición caracterológica para educar en la experiencia gozosa de aceptación de los límites. Requiere que los padres tengan siempre en su alacena 1/4 de Kg de paciencia. O lo que es lo mismo, que cultiven la virtud de la Esperanza (vir-tus = fuerza).

2- Presencia continua en la vida de los hijos vs. vacíos ante los estímulos extrafamiliares. Compartir con los hijos con visión y juicio crítico pero sin escandalizarse de nada, los alcances tecnológicos que necesariamente sus hijos tendrán que consumir.

3- Opción prioritaria vs. presiones económicas, profesionales, sociales, religiosas, lúdicas, culturales etc, relegando para otros tiempos las apetencias personales legítimas porque, con la presencia de los hijos, el sentido de crecimiento y desarrollo de la pareja y de cada padre, se pierde sin ellos.

4- Decisión de educar a los hijos para ser diferentes y, por lo mismo, para que asuman ser tratados como minorías. Deberán aprender de la mano de sus padres a: vivir en soledad con sosiego, a vivir el silencio con gozo y creatividad, a ser segundos, a autosegregarse, y a aceptar ser segregados.  Sobre esta base estarán preparados para no engancharse a las múltiples "formas de dependencia" que la sociedad de hoy les va a ofrecer con estrategias de marketing eficiente (todos los modos de adicción que no nos permite ser creativos con decisión propia y gozar de ella, porque no forman parte de lo que está de moda). 
Llegar a ser persona y seguir siendo uno más de la masa humana, no es posible.

¿Y cómo se consigue amortizar estos costos, en una sociedad como la nuestra tan demandante de todo cuanto se opone a estas metas?  

La respuesta tiene tres partes: 
En LA ALTERNANCIA a la par que en la conjunción educadora.  No tanto en la alternancia temporal del diálogo (que también puede ser una alternativa aunque de menor valor), sino, en la alternancia de funciones al mismo tiempo que procurando  tiempos compartidos.  (análisis aparte merecen los padres solos)

Un ejemplo hermoso de la escala etológica nos lo ofrecen los pingüinos reales; más adversas las circunstancias medioambientales que las que afrontan para lograr la labor educadora de sus crías, es difícil de ser pensadas y por la alternancia de funciones logran su cometido.

La segunda vía es la PRESION SOCIAL SOBRE LAS AUTORIDADES RELIGIOSAS Y LAICAS. Ambas se ocupan poco y mal de la valoración real, no teórica, del trabajo educador de los padres y, por motivaciones distintas, ambos grupos de poder, ejercen presión de múltiples modos sobre la densidad poblacional.  

No se puede pretender tener una sociedad saludable, si las parejas con hijos soportan políticas de presión social, cultural, económica y laboral que asfixian el uso del tiempo-educador. Estas, hacen incompatible la tarea espiritual de ser padre, para ajustarse a las necesidades sociales y desarrollar la creatividad libremente.

Es necesario que los padres reivindiquen intelectual, social y políticamente los medios (que son mucho más que monetarios) para que puedan ayudar a sus hijos a ser creativos y libres, dentro por supuesto de un orden mayor, pero no sin ellos.  Los padres tienen la obligación de hacer políticas educacionales y sociales que eleven a las autoridades y las presionen para que, éstas, las secunden. 

La tercera vía es, la auto-LIBERACIÓN DE LA "PRESIÓN SOCIAL-ESTÉTICA" de querer a todos los hijos por igual.  No es posible porque nada igual existe en la naturaleza y no es posible porque  el diálogo con cada uno de los hijos deberá tener las diferencias que sus caracteres exigen.  No olvidemos, por último, que la belleza está en lo distinto, en la variedad y en la VERDAD CON QUE CADA UNO VIVE.


Y, al final del esfuerzo desplegado corresponderá SÓLO A LOS HIJOS hacer su propia opción ética y a los padres les corresponderá, consolidar su proyecto original, personal, social y de pareja. 
  




domingo, 9 de junio de 2013

LOS HIJOS NOS ENSEÑAN A SER PADRES y esto exige NO QUERERLOS POR IGUAL

Motiva este post uno de los comentarios que recibí esta semana sobre como, yo, había sido inducido por uno de mis hijos a cambiar el estilo de acción psicoterapéutica o, dicho de otro modo, me había enseñado a ser padre de modo diferente. En la respuesta le dije que sus ideas motivarían el tema que comparto ahora.

Es obvio que los hijos son la primera escuela donde aprendemos a ser padres. Se cumple el paradigma de la docencia por excelencia: "aprender haciendo, aprender desde la realidad y la experencia". Puede sonar bonito pero, en realidad, el actuar de los padres suele ser la prolongación de la espontaneidad de los actos biológicos que dieron origen a los hijos y que en los primeros años suelen causarnos gozos lúdicos y hedónicos y aquí comienzan las trampas.  
Otras veces el aprender haciendo consiste en repetir los actos sociales, presuntamente educadores, aprendidos por imitación de quienes están en derredor nuestro y, al final,  una y otra forma de actuar acaban por dar resultados trágicos para los padres, para los hijos y para la sociedad.


Más o menos pronto unas veces y otras tarde, los padres nos percatamos de las dificultades que tenemos porque no sabemos cómo mejor afrontar las diferentes maneras de ser y actuar de nuestros hijos, y buscamos la ayuda de profesionales o de organizaciones de padres-educadores.  La preocupación de padre, comienza por expresiones como "por qué son tan diferentes si a todos los he tratado igual"... "por qué son tan distintos si los he querido por igual".


La realidad es que el acto biológico de la paternidad no nos enseña a ser padres-educadores y las costumbres sociales de la educación, por sí solas, tampoco. 

Pongamos en claro cosas sencillas para vivir mejor: 
1- Los hijos no pueden comportarse de igual manera porque son diferentes unos de otros, en su carácter, y desde él, en las expresiones de su personalidad. 
2- No podemos tratarlos a todos igual porque, al ser diferentes, nos darán señales distintas y reaccionaremos inconscientemente de manera distinta en una cadena sin fin de acontecimientos, toda la vida. 
3- No podemos quererlos a todos igual, porque son diferentes y NO DEBEMOS QUERERLOS IGUAL porque cada uno es único.

La paternidad educadora es un TRABAJO de mútua interacción entre los padres y los hijos.  Educar (e- ducere = hacer salir de sí) tiene como objetivo enseñar a los hijos y aprender con los hijos a salir de la dimensión primitiva de "ser humano - especie humana". El carácter, nos es dado genéticamente como base, como cimiento  para ser "persona y, por lo mismo, libre"
Comenzamos a entender aquí la afirmación de que los hijos nos enseñan a ser personas en la dimensión de padres, porque la tarea de llegar a ser personas comienza en la cuna y acabará con la muerte. 

De paso, aprovecho para contradecir la afirmación tan repetida de que las personas, con los años, no cambian. No es así, son quienes luchan por ser personas los-as que cambian; quienes no cambian son quienes se contentan con ser humanos -animales humanos con muchas cualidades y talentos maravillosos, pero animales- porque tienen miedo de tomarse el trabajo de ser personas. De salir de sí para encontrarse con otros o con el ser Absoluto (real por susceptible de ser pensado sin contradicción racional y vivenciado sin contradicción emocional.)


El acto de mutuo condicionamiento educativo entre padres e hijos para vivir saliendo de sí mismos es algo que por igual podemos hacer los jóvenes y  los viejos, los cultos y quienes crean no ser tanto, los ricos como los pobres sin distinción de culturas. Los sanos y los enfermos, con sólo una condición... DIALOGAR.  El fin del diálogo es buscar, entre todos, "lo mejor y más perfecto" para vivirlo con ritmo propio pero con la ayuda correctora de los demás.


Dialogar es igual que (dia-dos y logos-palabra) comunicarnos desde nuestro mundo interior. 
Nuestros hijos desde que nacen se comunican. Sus comportamientos son los lenguajes que intercambian con los padres y que, estos, tienen la obligación de proyectar a futuro. De hacer hipótesis sobre la evolución y consecuencias que estas conductas anuncian.  Más adelante aparecerán las predisposiciones, los talentos, las aptitudes y las actitudes que caracterialmente tienen predispuestas.  A todas estas variables los padres han de responder, DIALOGANDO.

El diálogo con los niños encontrará su primera dificultad en la espontaneidad con que ellos desean no ser limitados en su forma caracterial de expresión (porque nacieron seres humanos, de la especie humana) y, por lo general, los padres sucumben ante la presión caracterológica de los hijos de dos maneras: por la tolerancia arbitraria, es decir, según les convenga en el momento y mezcla de reivindicaciones inconscientes con su infancia, o mediante la agresividad como expresión de impotencia ante la tenacidad del carácter del niño (me saca de mis casillas).  El resultado es el mismo: aprendizaje inducido inconscientemente de que los límites atentan contra la libertad individual y, por lo mismo hay que ingeniárselas para evadirlos.  

Conclusión: cimentación eficiente para el desarrollo de la personalidad amoral, de la personalidad  inmoral, de la personalidad mitománica, de la personalidad corrupta como mecanismos de convivencia social; vale decir, el desarrollo en ciernes de personalidades psicopáticas, en mayor o menor medida porque sin límites se genera el "idiota moral", es decir, individuos sin conciencia de culpabilidad y con sólo conciencia de oportunidad para lucrar beneficios.    

Permítanme otra digresión: luego de lo antedicho ¿nos es difícil entender el actuar de grannnnnnnnnnnnnnnnn...... parte de nuestros líderes sociales tanto religiosos como laicos, de nuestros políticos, de nuestros empresarios de nuestros informantes?...


Si desde que son niños, no dialogamos con nuestros hijos para que incorporen los límites, inteligente y creativamente, para que con gozo real, logren el beneficio de todos los que conforman su familia, luego, al comienzo de la adolescencia, no tendrán armas para controlar la espontaneidad del carácter que irrumpirá con todo vigor en su mente al ritmo de la maduración endocrina, ni podrán manejar la presión social que va en contra de cuanto aquí estamos expresando.

Tres aspectos importantes acabo de señalar que el diálogo con nuestros hijos ha de lograr...
1- desarrollar la creatividad inteligente de cada uno y, por caracterológica, diferente de sus hermanos
2- con experiencia de gozo, porque el cerebro humano no soporta la mortificación por la mortificación; busca siempre el gozo que le asegurará vida
3- con experiencia de éxito consistente en la valoración positiva que el grupo familiar hace de lo que aporta. 

Es claro que la paternidad educadora es un trabajo muy arduo que difícilmente puede ser ejecutado por un solo padre o teniendo un número abultado de hijos a quienes atender.  Los argumentos sentimentalistas y emocionales sobre la exaltación de las familias numerosas, incluyendo los que tienen motivaciones religiosas, son falaces.  Atender las necesidades educativas de UN ser humano para que opte por ser persona, es labor encomiable, y demanda de los padres mucho más que explosiones aisladas de buena voluntad. Necesitan conciencia clara de su función educadora y elaboración de programas sujetos a renovación, periódica, desde el diálogo.
  
Y es la adolescencia el momento idóneo para asumir el control creativo del carácter. De no hacerse conscientemente se puede asegurar que la relación interpersonal adulta (social, de pareja, laboral, empresarial, cultural etc) sufrirá de intermitencias constantes y de fracasos abundantes.
Y para muestra, sólo tenemos que mirar a nuestras propias familias, conocidos y amigos.

(continuaremos dialogando en el próximo post, si les parece)





jueves, 6 de junio de 2013

¿ DEBEMOS RESPETAR LAS IDEAS DE LOS DEMÁS ?

Motiva esta reflexión el comentario último que hiciera una lectora al penúltimo post, discrepando del enfoque de los textos, lo que me pareció muy bien.

Me hizo recordar un incidente televisivo que hace tiempo tuve con un neurólogo quien me dijo "respeto tus ideas pero no las comparto" e intentó argumentar contra ellas.  Solicité autorización para interrumpir y le dije: "mientes, porque tu, como yo, no respetamos las ideas del otro.  Yo sí porque soy demócrata, rebatió el neurólogo... Vuelves a mentir, contesté, a quienes nos ven y escuchan justificándote con la democracia, que es un sistema de relación social y que nada tiene que ver con lo que debatimos que son ideas, conceptos y teorías".  Hasta aquí la anécdota.

Las ideas, los conceptos y las teorías que no siendo lo mismo las homologamos en el lenguaje coloquial no deben ser, jamás, respetadas; deben ser, siempre, objeto de crítica-adulta para ser superadas. El ejercicio de la crítica adulta o crítica creativa requiere de la ejercitación de tres verbos: "denunciar, anunciar y comprometerse" en el cambio.  De otro modo la pretendida crítica es simple ejercicio de criticonería, de chismorreo, de cotilleo o, en el mejor de los casos de ejercicio de dialéctica. 

El objetivo de las ideas, es siempre la VERDAD inacabada e inacabable y, por lo mismo, sin crítica adulta y sin superación de las mismas, se anularían todas las expresiones de cultura; dado que los modos que tiene la mente humana de aproximación al conocimiento de la verdad son: la intuición, la vivenciación y la experimentación o ciencia.


La no contradicción de las ideas lleva a la mente humana a los "fundamentalismos" que, por igual pueden ser, teistas, agnósticos o ateos.

Los fundamentalismos tienen dos orígenes: la mentira y la justificación.  La mentira que con frecuencia se reviste del ropaje de decisión democrática, o de seguridad por el aporte de la ciencia.  A ambos ropajes se suele dar  categoría de valor universal y hasta absoluto. Nada más falso, a mi modo de ver, porque como todo modo de conocimiento sólo tienen expresiones de verdades parciales y sesgadas por la emocionalidad. 
La justificación que se reviste de creencias, de intereses y de proselitismos pretendidamente sagrados algunas veces y otras veces laicos, con los que se intenta encubrir los miedos del inconsciente es, igualmente,  un modo elegante de mentirnos y de mentir.

La búsqueda de la verdad exige a nuestra mente apertura hacia el absoluto y el infinito, guiado el método de nuestro conocimiento por el principio de la "falsabilidad", que equivale a aceptar por verdad temporal algo, hasta que sea encontrada por el conocimiento, la expresión superior de la misma.  Esa búsqueda y superación de las verdades parciales, vale decir de las ideas, es el producto de muchos y no de uno solo, lo que no hay que confundir con el consenso democrático. Los veredictos democráticos rara vez aseguran la verdad.

Quien sí ha de ser objeto de aceptación incondicional es LA PERSONA.  En la historia de la humanidad, según el relato del evangelio de S. Juan, una sola persona se ha atrevido a decir de sí misma "yo soy la verdad", Cristo y añadió "en esto consiste la vida eterna: que te conozcan a ti Padre y a quien tu has enviado".

Podemos creer en Cristo como Dios o no creerlo, pero lo que está fuera de toda duda es que, con las dos expresiones, ha marcado en Occidente la no limitación de la dignidad de la persona humana. 

La verdad es posible de ser encontrada por la persona humana fuera y dentro de la persona humana.  En consecuencia "nadie sobra, todos somos necesarios" al mismo tiempo que ninguna de nuestras ideas deben ser respetadas ni tenidas por sagradas porque, entonces se transforman en ideologías que son la madre de los fundamentalismos.

Desarrollar nuestras ideas contando con el aporte de las ideas de los demás, con el mestizaje ideológico, con el diálogo es dar el paso de  ser humano a ser persona; en búsqueda de la verdad que hay en el espíritu de cada persona.

Per-sonnare o persona es el ser humano que escucha el "son" que hay en él y sale al encuentro de los otros "sones" para armonizar sintonías sinfónicas. 

Ser persona así, nos exige renunciar a nuestras seguridades ideológicas y desarrollar la humildad intelectual.

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